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20/6/08

Marco teórico


En uno de sus Cinco escritos morales llamado "Pensar la Guerra" Eco considera que aunque la guerra cumpla a veces los objetivos que se plantea y que estos sean “fructíferos”, nunca hay que considerarla como una posibilidad razonable.
“El mundo mira hoy la guerra con ojos diferentes de aquellos con los que podía mirarla a principios de siglo, y, si alguien hablara hoy de la belleza de la guerra como la única higiene del mundo, no entraría en la historia de la literatura sino en la de la psiquiatría”.

Eco se pregunta cuál ha sido, en el transcurso de los siglos, la finalidad de la guerra. Se hacía una guerra para derrotar al adversario haciendo todo lo posible para que éste no pudiera llevar a cabo sus objetivos. El juego se jugaba entre dos bandos, y la neutralidad de los otros (ya sea por indiferencia, ya sea por conveniencia) era condición necesaria para la libertad de maniobra. Recién en el siglo XX nace la noción de “guerra mundial”.
“Con el descubrimiento de la energía atómica, de la televisión, de los transportes aéreos, y con el nacimiento de varias formas de capitalismo multinacional, se han verificado algunas condiciones de imposibilidad de la guerra

19/6/08

Imposibilidad de la guerra según Eco

Para Eco la guerra hoy anula toda iniciativa humana y es peor que un delito: es un despilfarro inútil. Son cinco los motivos que lo llevan a afirmar la inutilidad de la guerra: el conflicto bélico como un proceso sin vencedores, la no frontalidad de la guerra, la importancia del estado del arte de los medios de comunicación, la guerra como lucha de poderes y la guerra como un juego autófago.



1) Con el surgimiento de las armas nucleares nos dimos cuenta de que en un conflicto atómico no tendría vencedores, sino un único perdedor: el planeta.
2) La guerra ya no se produce entre dos frentes separados. Ya no puede ser frontal a causa de la naturaleza misma del capitalismo multinacional.
3) Aunque se acallara a los medios de comunicación, las nuevas tecnologías de la comunicación permitirían flujos de información imposibles de atajar. Este flujo de información desempeña la función que en las guerras tradicionales desempeñaban los servicios secretos: neutraliza cualquier acción sorpresa y no es posible una guerra en la que no se pueda sorprender al adversario. Todas las guerras del pasado se basaban en el principio de que los ciudadanos, creyéndolas justas, estarían ansiosos por destruir al enemigo. Ahora, en cambio, la información, no sólo hace vacilar la fe de los ciudadanos, sino que los hace vulnerables ante la muerte de los enemigos: ya no es un acontecimiento lejano e impreciso, sino una evidencia visual insostenible.
4) La guerra no enfrenta ya a dos patrias, pone en competencia a infinitos poderes.
5) La antigua guerra era como una partida de ajedrez en la que, no sólo cada uno podía apuntar a comerle el mayor número posible de piezas al adversario, sino sobre todo a llevarlo al jaque mate. En cambio, la guerra contemporánea es como una partida de ajedrez en la que ambos jugadores (trabajando en la misma red) comen y mueven piezas de un mismo color (el juego no es blanco y negro, es monocolor). La guerra es un juego autófago.